Más de medio millón de haitianos y dominicanos de origen haitiano viven en la República Dominicana, donde enfrentan discriminación y xenofobia.

La amplia mayoría de los inmigrantes haitianos se encuentra indocumentada, dado que el gobierno dominicano dificulta su acceso a los documentos necesarios para establecer la residencia legal. Empeorando aún más la situación, a los hijos de inmigrantes haitianos nacidos en el país generalmente se les niega el acceso a la ciudadanía, hecho que representa una clara violación de la Constitución Dominicana.

La precaria situación legal de los haitianos los hace especialmente vulnerables a la explotación económica, la expulsión arbitraria, y la violación de sus derechos básicos.




J.G., 58 años de edad, nació en Haití y emigró a la República Dominicana en su juventud, donde trabajó en las plantaciones de caña de azúcar cerca de 40 años.

En octubre de 2000, cuando volvía a su casa después de terminar su jornada de trabajo, fue detenido por la policía de migraciones de la República Dominicana y fue deportado a Haití.

Se le negó la oportunidad de informar a su esposa y tres hijos que estaba siendo deportado. Dado que su casa no tiene teléfono, no ha podido llamar a su esposa desde su llegada a Haití.

Desesperado por contactar a su mujer, J.G. confesó a Human Rights Watch: "No puedo continuar sin ella."




El hijo de este anciano murió en abril de 2001, estando bajo custodia del Ejército Dominicano en un pueblo ubicado cerca de la frontera norte con Haití.

La policía fronteriza informó a su esposa que había muerto a causa de una enfermedad grave. Sin embargo, otros prisioneros indicaron que fue muerto a golpes por oficiales de la policía.

"Sabíamos que no estaba enfermo porque su esposa lo visitaba todos los días," dijo el padre del muerto, a quien nunca se le permitió ver el cuerpo de su hijo.

El niño, de 5 años de edad, es hijo del muerto.




Esta joven mujer Haitiana fue deportada de la República Dominicana en diciembre de 1999, con un embarazo de 6 meses. Los soldados la capturaron en un mercado local y la enviaron a la frontera en la parte trasera de un camión.

No le permitieron informar a nadie, ni siquiera a su marido, que estaba siendo deportada.




Muchos Haitianos viven en "bateyes": enclaves generalmente ubicados en los bordes de las plantaciones de caña azúcar que albergan un gran numero de cortadores de caña. Las condiciones de vida en los bateyes son extremadamente duras y están marcadas por la pobreza absoluta.

En su informe del año 1999, la Comisión Inter-Americana de Derechos Humanos criticó el "hacinamiento, la falta de higiene, de agua potable y de letrinas" que caracteriza a los bateyes.

Los peores bateyes son aquellos con techo de chapa, conocidos como "barracas." Estas barracas carecen de muebles y sólo cuentan con camas marineras de metal sin colchones.




Las manos de un Haitiano de 62 años de edad que trabajó toda su vida cortando caña de azúcar en la República Dominicana.

Los cortadores de caña en esta región localizada cerca de Barahona, en la parte sudoeste de la República Dominicana, dicen ganar entre 20 y 60 pesos por día, es decir, entre 1,25 y 4 dólares.