Estados Unidos

Carta al Secretario del Estado

24 de septiembre del 2001

Honorable Colin Powell
Secretario del Estado
Departamento del Estado
2201 C Street, N.W.
Washington, D.C. 20520

Estimado Secretario Powell:

Es razonable preveer que Estados Unidos se concentrará en las iniciativas para llevar ante la justicia a los responsables de las atrocidades del 11 de septiembre. El peligro estriba en que algunos gobiernos puedan aprovecharse cínicamente de esta causa para justificar sus propias campañas internas contra presuntos opositores políticos, "separatistas" o activistas religiosos, con la expectativa de que Estados Unidos se mantendrá callado ahora. Le instamos a que demuestre claramente a los que quieren unirse a la coalición contra el terrorismo que Estados Unidos no tolerará el oportunismo frente a esta tragedia.

Si una iniciativa antiterrorista encabezada por Estados Unidos llega a asociarse con ataques contra la disidencia pacífica y la expresión religiosa, se socavaría todo lo que Estados Unidos y sus aliados están intentando lograr. Sin embargo, en muchos de los países observados por Human Rights Watch, ya se ha implantado la idea de que Estados Unidos puede condonar las acciones cometidas en nombre de la lucha contra el terrorismo que habría condenado hace muy poco tiempo.

Por ejemplo, inmediatamente después de los atentados, el presidente ruso Vladimir Putin señaló los presuntos vínculos entre Osama bin Landen y los rebeldes de Chechenia y declaró que Estados Unidos y Rusia tienen ahora "un enemigo común"-sugiriendo que Rusia espera la aquiescencia estadounidense en un campaña en la que los civiles han sido objetivos indiscriminados. El ministro de relaciones exteriores chino dijo que Estados Unidos debe "respaldar y entender la lucha [de China] contra terrorista y separatistas"-en referencia al Tibet y a la región musulmana de Xinjiang, donde las autoridades chinas han puesto en marcha una campaña de detenciones y ejecuciones sumarias, con escaso o ningún respeto al debido proceso.

En Malasia, las autoridades aprovecharon los atentados para justificar su Ley de Seguridad Interna, que limita la disidencia pacífica. En Israel, antes de las iniciativas actuales para restaurar el alto al fuego, el Ministro de Defensa Binyamin Ben Eliécer se jactó de que, el jueves después de los ataques, sus fuerzas habían matado a catorce palestinos "y el mundo se había quedado callado." En Kirguizistán, el gobierno pregonó el rastreo de activistas "pro islámicos." Durante su visita a Washington la semana pasada, la Presidenta de Indonesia Megawati Sukarnoputri intentó justificar la campaña abusiva de Yakarta en Aceh, Irian Jaya y otras regiones como una iniciativa contra "terroristas y separatistas." El primer Ministro Egipcio Atef Abeid arremetió contra Estados Unidos y el Reino Unido "por reclamarnos que demos a estos terroristas sus 'derechos humanos'," en referencia a las críticas de la tortura y los juicios injustos. "Después de estos crímenes horribles cometidos en Nueva York y Virginia," añadió, "es posible que los países occidentales deban considerar la propia lucha y el terror de Egipto como su nuevo modelo." En Macedonia, el primer ministro Georgievski dijo que la OTAN debe apoyar ahora más la campaña de su gobierno contra los opositores musulmanes y albanos. (Aplaudimos la condena inmediata de esta declaración por parte del Enviado Especial de Estados Unidos, James Pardew).

El peligro de dicha respuesta puede ser especialmente fuerte en Asia Central, desde donde Estados Unidos iniciará sus operaciones en Afganistán. Esta región se enfrenta a una verdadera amenaza armada por parte del Movimiento Islámico de Uzbekistán, que según las declaraciones del Presidente Bush, está ligado a la organización de Osama bin Landen. Pero también alberga a dictaduras brutales que utilizan instrumentos de represión heredados de la Unión Soviética contra todo grupo político o religioso que no pueden controlar. Por ejemplo, desde 1997, Uzbekistán a detenido a miles de musulmanes no violentos y piadosos por delitos tales como rezar en la mezquita equivocada, leer la literatura religiosa equivocada o escuchar sermones indebidos, y ha condenado a muchos de ellos a penas de hasta 20 años de prisión.

El Presidente Bush ha declarado elocuentemente que la lucha mundial contra el terrorismo no tiene que convertirse en una guerra con el Islam. La represión indiscriminada en Uzbekistán de musulmanes que practican su religión fuera del control del Estado socava el mensaje del Presidente. Ante la posibilidad que Estados Unidos se alíe en las próximas semanas con Uzbekistán, es aún más urgente que desaliente activamente las políticas abusivas del régimen uzbeco. Una buena manera de hacerlo sería la inclusión de Uzbekistán dentro de la categoría de País de Especial Preocupación conforme a la Ley de Libertad Religiosa Internacional, una designación que merece claramente de acuerdo con la ley.

Esperamos que usted y el Presidente garanticen que la respuesta a los terribles actos del 11 de septiembre afirmará los valores que se vieron atacados ese día. Esta es la mejor manera de derrotar al terrorismo. En concreto, esperamos que:

  • Se niegue a ofrecer asistencia a las fuerzas armadas, los paramilitares, las fuerzas de seguridad y las unidades de inteligencia de gobiernos abusivos, a no ser que existan salvaguardias creíbles para garantizar que esta ayuda no se utiliza contra opositores pacíficos o para cometer violaciones a los derechos humanos. Mantenga y emplee todas las salvaguardias mencionadas contempladas actualmente en la legislación estadounidense, entre ellas la Enmienda Leahy.

  • Establezca claramente en sus declaraciones públicas, en sus testimonios ante el Congreso y en encuentros diplomáticos privados que Estados Unidos esperará de sus aliados lo mismo que se exige a sí mismo: que los esfuerzos antiterroristas respeten las vidas de civiles inocentes y que distingan entre los que cometen atrocidades tales como los atentados del 11 de septiembre y los que no practican ni defienden la violencia.

  • Advierta a los embajadores de Estados Unidos en todo el mundo que vigilen las declaraciones o las actuaciones de gobiernos que aprovechen estos eventos trágicos para promover sus campañas internas de represión-y que las condenen públicamente siempre que se produzcan.

  • Continúe informando plenamente y con franqueza de toda violación a los derechos humanos cometida por los aliados de la coalición contra el terrorismo, y emplee instrumentos legales disponibles tales como la Ley de Libertad Religiosa Internacional independientemente de la posición de un país dentro de la coalición. Los Informes sobre Prácticas de Derechos Humanos por Países que se someterán al Congreso el próximo año deben subrayar todo intento de justificar abusos cometidos a finales de 2001 con motivo de la lucha antiterrorista.

  • Evite las actividades de cooperación que sean interpretadas por gobiernos abusivos -- y sus víctimas inocentes -- como una muestra de apoyo a sus prácticas abusivas.

La adopción de dichas medidas no implica que se descarte la cooperación con ningún país. Se tratará simplemente de marcar claramente que la manera en que se combate la coalición será tan importante para Estados Unidos como el objetivo del combate. Es mucho mejor enviar este mensaje desde el principio que esperan hasta que se produzcan los abusos, para que después los países afirmen que Estados Unidos les había dado luz verde.

Quedamos a la espera de poder tratar estos asuntos críticos con usted y sus colegas en las semanas y meses venideros.

Respetuosamente

Jonathan Fanton
Presidente

Kenneth Roth
Director Ejecutivo


CARTA AL PRESIDENTE BUSH (20 de septiembre del 2001)
POR LA RAZON Y NO LA FUERZA (16 de septiembre del 2001)
REGRESAR